Desde nuestros inicios comprendimos la necesidad de impulsar un movimiento estudiantil que fuera más allá de las reivindicaciones inmediatas del propio sector, y que ocupara el lugar histórico de los estudiantes en los procesos revolucionarios de Latinoamérica y el Mundo. No entendemos a la militancia en la universidad simplemente como una “fuente de cuadros” para un partido ni un movimiento, sino que valoramos el rol del movimiento estudiantil desde sus organismos de masas, contribuyendo a la transformación de la universidad como afluentes al proceso de liberación nacional y social que nuestro pueblo necesita. Por eso nuestra tendencia jamás se pensó como la pata estudiantil de ningún partido o movimiento, es decir tiene autonomía política en sus decisiones y cada militante debe ser un elaborador y ejecutor conciente de su política. Pero no negamos la participación partidaria y de hecho no creemos que nuestra militancia se termina cuando nos recibimos o nos vamos de la universidad, sino que es una necesidad de transformación que nos acompaña de por vida, y a cada lugar donde vayamos. Como el Che, vemos en la juventud al sector social que menos ha sido corrompido por este sistema, y que con un mayor fervor abraza la lucha por la revolución.
Partimos del análisis de que vivimos en un sistema que es injusto por definición y que no es posible cambiarlo en esencia mediante reformas provisorias, es necesario destruir las relaciones sociales existentes y erigir sobre sus cenizas una sociedad sin clases. Vemos en este estado un macabro aparato represivo, personificado en los tres poderes para mantener este régimen de dominación. En esta “democracia” no vemos más que una dictadura burguesa enmascarada, que no dudaría ni un minuto en regar de sangre a todo el pueblo para mantenerse.
Creemos que para comprender la realidad de las universidades es necesario partir del estudio de la realidad concreta que el país y el mundo atraviesan, bajo la perspectiva firme de cambiarla, ya que somos ante todo una parte del pueblo que lucha. No somos el grupo de iluminados que prepara las recetas a llevar adelante por todos, somos parte y debemos brindar nuestras mejores herramientas al servicio del pueblo.
En este sentido no podemos dejar ninguno de los planos regalados al enemigo, sino que tenemos que dar la lucha en cada uno de ellos intensamente. Debemos complementar las reivindicaciones inmediatas de carácter sindical-estudiantil con aquellas de contenido mayormente político, tanto dentro como fuera de los muros de la universidad, en una perspectiva amplia, y alejada de dogmatismos.
Debemos impulsar la lucha por la democracia en las universidades, ya que de esta manera podremos avanzar por una educación de excelencia a la cual toda la sociedad pueda acceder si lo desea, y que genere conocimientos científicos para el pueblo trabajador.
Entendiendo que nuestra construcción cotidiana debe darse junto a todos los estudiantes organizados o no, que compartan la visión de una universidad pública científica y popular, planteamos que debe ser prioritario que desde la TER se de un impulso a la construcción de una herramienta nacional más amplia, que sobre la base de acuerdos programáticos, se proponga poner a los estudiantes de todo el país en pie de lucha, contra el desfinanciamiento de la educación superior y por la real democracia universitaria.
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