miércoles, 27 de junio de 2012

Agua pasada no mueve molinos

Moyano y el paro

El modelo socioeconómico kirchnerista continua mostrando serios problemas de solvencia. La desaceleración de la economía nacional, en un contexto de crisis internacional, es un hecho cada vez más palpable, la inflación un galimatías irresoluto, el saldo pendiente de la minería a cielo abierto, los pactos con diferentes sectores patronales y sindicales para poner techos salariales son evidentes… estos y un sin fin de otros problemas afectan a la gran mayoría de los sectores populares del país.
En este contexto, los aumentos salariales en todos los sectores de la clase obrera se hacen imprescindibles, hasta ahora el gobierno nacional solo receta mordazas para todos los movimientos sociales que interpelen estos reclamos. Las medidas disciplinarias son legitimadas con los falaces y denigrantes argumentos (mineros falsos, “los maestros solo trabajan 4 horas”) son moneda corriente y apuntan claramente a reforzar la heteromia del movimiento hacia el kirchnerismo y los movimientos sociales en su conjunto. No son pocos los sectores que muestran su descontento -rechazando los clásicos pedidos de sacrificios a los sectores más pobres de la sociedad (viejo speach del peronismo) mientras los acaudalados de siempre llenan sus bolsillos- y se hacen oír con diversas manifestaciones.
Pero en la historia son sobrados los casos de hipocresía y cinismo. Viejos aliados del gobierno (quien siembra viento recoge tempestades) comenzaron a levantarse y señalarlos como causa primigenia de todos los males. Este es el caso de Hugo Moyano, titular del gremio de camioneros, que invoca al paro general del miércoles 27 de junio con movilización a la plaza de mayo esgrimiendo: el fin del techo salarial, la suba del mínimo no imponible de Ganancias, y la eliminación del tope a las asignaciones familiares, son banderas dignas de levantar por la clase obrera.
Sin embargo, el oportunismo del símbolo máximo de la burocracia sindical argentina es evidente. Un pequeño ejercicio de efemérides nos puede ilustrar alguna imagen de quienes ahora parecen estar en bandos antagónicos, o mostrar algún discurso de apoyo ante medidas sumamente regresivas hacia la clase trabajadora impuestas por el kirchenrismo.
Una vez más la agenda nacional nos planifica una aparente polarización de fuerzas, entre “gobierno K” y “sindicalismo burocrático”. En este ilusorio marco Moyano, fogoneado por los medios gorilas de siempre, se presentó como un Mesías impoluto defensor de la clase obrera argentina.
Las banderas levantadas son justas y deben ser reclamadas, pero ¿Por qué se izan ahora? Es acaso que el titular de la CGT, que se pronuncio contra de la demandas de los metrodelegados de metrovías, cuando buscaron una genuina representación sindical que defendiera sus derechos, o el que no llamó a una movilización general y repudio ante el asesinato de Mariano Ferreira, repentinamente fue ungido con alguna gracia revolucionaria y salió a bancar a los trabajadores.
Esta claro que no se trata de un pequeño gremio, sino aquel que maneja unos de los principales resortes de la economía (sin tener en cuenta la innumerable cantidad de afiliados) que operó, abalado por este mismo gobierno, y opera con PATOTAS y BARRAS BRAVAS. El cual se encuentra atravesado por un doble frente, por un lado una crisis de legitimidad desde varios sectores a actual modelo sindical; y por otro lado presionado por el gobierno kirchnerista y sus adeptos burócratas (rivales de Moyano ansiosos de reemplazarlo en la conducción de la CGT) que buscan aislarlo.

El moyanismo parece haber comprendido, desde hace tiempo, que ya no forma parte del armado del gobierno. Observa, estupefacto, un horizonte tormentoso e incierto al mando de la burocracia sindical; y herido embiste apelando a lo único que puede enfrentar a la institucionalidad del estado: la movilización de la clase obrera en pos de reclamos históricos.

El apoyo al paro y sus justas reivindicaciones es ineludible para nosotros, de otro modo negaríamos las necesidades de la clase obrera hostigada por el empeoramiento de sus condiciones económicas, debido a los problemas nacionales mencionados. No obstante, la no participación en la marcha señala nuestra intención de darle la espalda a la burocracia sindical y su mafiosa forma de hacer política.

No es cuestión de un dilema moral, ni se trata de esencialismos y/o puritanismos revolucionarios, sino de repensar la posibilidad de sortear la aparente polarización que presenta a Cristina vs. Moyano. Una reflexión necesaria para construir una alternativa independiente propia de los trabajadores, que supere la heteromia y el modelo burocrático sindical.

No hay comentarios:

Publicar un comentario